“Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5).
Jóvenes creyentes preguntan cuáles son las cosas específicas que ellos deben hacer para practicar la pureza moral. Primero, tengan cuidado del grupo con el que se juntan; que escojan sabiamente a sus amigos (ver Proverbios 13:20). Segundo, que tengan cuidado con lo que ponen en sus mentes por medio de libros, películas y música (ver Salmo 101:3ª; Proverbios 6:27). Y, tercero, que controlen sus pensamientos (ver Proverbios 23:7ª; Filipenses 4:8). El pensamiento es el padre de las acciones. Alguien lo dijo muy bien: “No podemos evitar que los pájaros vuelen sobre nuestras cabezas, pero sí podemos impedir que hagan su nido en nuestro pelo.”
Camine con Dios hoy, como nunca lo ha hecho antes. Vaya valientemente hacia territorio desconocido. Eso bien puede ser el ir y cuidar de una persona enferma. Hasta pudiera ser su propio vecino. O hacer algo bueno por un vendedor o vendedora, agotados por el tumulto navideño. O tal vez decirle a alguien que Jesús le ama.
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